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Querida comerciante de El Tabo, María Cobaise, celebró 100 años de vida.

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La comerciante y vecina fue visitada por el alcalde Emilio Jorquera quien, en una fría tarde invernal, la acompañó tomando un tecito bien conversado.

 

El municipio le entregó un sencillo reconocimiento a través de un galvano y el alcalde Jorquera la regaloneó con una rica torta de cumpleaños.

La visita fue en el, ya casi patrimonial, restaurante y residencial “Victoria”, un antiguo negocio familiar ubicado en Av. San Marcos, en  pleno centro de El Tabo.

Como es su rutina, la señora María se encontraba en la cocina, al lado de la estufa y un antiguo televisor, cuando llegó el alcalde Jorquera a saludarla.

Durante la conversación, de casi una hora, la señora María, con gran lucidez, empezó a recordar antiguas anécdotas de su época de juventud, algunas muy divertidas, historias de su familia y se refirió con cariño de todos y cada uno de sus nietos, la mayoría de ellos profesionales, según contó con profundo orgullo.

También recordó sus inicios en el arte de la pintura al óleo y de los profesores que le enseñaron estas técnicas. Varias de estas obras, así como otras de lanigrafía, también de su autoría, adornan los comedores del antiguo restaurante Victoria.

Incluso  contó que, unos perros de la calle, que durante el día permanecen pendientes de  la carnicería de la esquina, en las noches duermen en la puerta del restaurante, cumpliendo la tarea de guardianes nocturnos. “Cuando me asomo, aunque lo haga silenciosamente, ellos levantan la vista y me miran. Son muy inteligentes”, destaca.

Durante esos momentos de “tertulia”, se vio a la señora María, cómoda y sonriente, jugando con tantos recuerdos que iban brotando uno tras otro, dejando la impresión de que, de alguna forma, estas visitas son revitalizantes para nuestros adultos mayores que, muchas veces, a pesar de estar rodeados de familia y amigos, puede que sientan algo de soledad y necesidad de ser escuchados.

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Finalmente, mientras el alcalde Jorquera se retiraba, la señora María Cobaise, con sus cien años de experiencia  y  apoyada en su bastón, se despedía con una tierna sonrisa que iluminaba todo el salón, todo un universo.